Quién no tenga en su haber amoroso, un amor imposible,no es digna de pertenecer a los cuentos de hadas que el Sr. Amor ha ofrecido durante tantas décadas.
Un imposible; busca en tu caja de recuerdos, ahí debe existir un nombre escrito en un papel cualquiera, una margarita deshojada, un deseo escondido en celofanes; o un momento; tal vez esté más cerca de lo que crees; y tu gran amor imposible es: TU PAREJA.
La mayoría de nosotras nos remitimos a un amor no correspondido obstaculizado por situaciones como la edad, el estado civil de uno de los dos, credos religiosos o políticos, elecciones sexuales o la simple falta de magia.
Mas sin embargo, si repasamos otra vez la frase “AMOR IMPOSIBLE”, y observamos un poco más, nos daremos cuenta, que muchas de nosotras estamos embarcadas en el crucero de lo imposible con nuestras actuales parejas o lo estuvimos.
No es un juego de palabras; es una aproximación a comprender quellamamos “imposible” a circunstancias extremas y dramáticas como “él tiene 18 y yo 50” o “está casado” o “le gustan las mujeres” y frente a esos hechos nos quedamos paralizadas idolatrando lo que no será.
Pero cabe destacar que en muchas relaciones de parejas, aunque esos motivos no existan, como dice el español sensual Joaquín Sabina “sobran los motivos” para que entendamos que estamos en una relación “IMPOSIBLE”.
La indiferencia, la falta de respeto, la lucha de egos, las mentiras, los abandonos cotidianos, son indicios de que algo no es “posible” entre esos dos sujetos.
Pasar por alto estas señales que la vida nos ofrece es como pretender andar con lentes oscuros un día de lluvia torrencial.
Lo no posible se establece a partir de la comunicación entre los amantes; si son o no capaces de expresar lo que sienten, lo que les sucede, los temores, las inquietudes que tienen respecto del vínculo, las creencias familiares o tradiciones que los mueve a comportarse de tal o cual forma.
En este sentido, todas tenemos un amor imposible; en el rumbo de que muchas veces por no querer ceder o conectar con el otro; e insistir en querer tener la razón y “ganar” la batalla de las individualidades, nos vemos conferidos a alejarnos de ese ser que queremos. Y lo imposible se reconoce como la incapacidad de tomar conciencia de que somos diferentes, e internalizarlo. Lo sabemos de la boca para fuera. El desafío es internalizarlo.
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